DOCTORA EN MATERIALES AVANZADOS Y NANOTECNOLOGÍA. NUEVOS FÁRMACOS

CUBANAEl sueño de crear nuevos fármacos. – Con solo 29 años de edad, la joven Gladys Amalia Ruiz Estrada obtuvo recientemente en España el grado de Doctora en Materiales Avanzados y Nanotecnología, y afirma que sí es posible realizarse como científica en Cuba

Autor: Orfilio Peláez | orfilio@granma.cu

18 de julio de 2014
Para Amalia, un profesor que te motive incentiva el interés de los alumnos hacia las carreras de ciencia. Foto: Silvia Diéguez
Nacida en el seno de un hogar donde sus progenitores nada tenían que ver con las ciencias básicas, Gladys Amalia Ruiz Estrada le debe mucho a su maestra de Biología en la secundaria básica Eugenio María de Hostos, ubicada en la capitalina barriada de la Víbora, el haberle despertado el interés hacia la Biología.

“Mi profe Margarita era muy creativa en las clases y sabía motivar a los alumnos mediante juegos, adivinanzas y otros recursos, lo cual demuestra cuánto puede hacer un buen pedagogo en la formación vocacional de sus discípulos. Por eso cuando terminé noveno grado y entré en la Lenin en el curso 2000-2001 para hacer el preuniversitario, ya casi tenía decidido que estudiaría una carrera enmarcada en ese perfil”.

Así al concluir la enseñanza media superior, Amalia pidió en primera opción Micro­biología, y en segundo lugar Bio­quí­mica. De­finitivamente le dieron esta última y según afirma a Granma, casi de inmediato comprendió que le gustaba más y respondía a sus ex­pectativas.

“Ya en el tercer año comencé a realizar prácticas en el Departamento de Desarrollo del Centro de Ingeniería Genética y Bio­tec­no­logía (CIGB), y bajo la tutela de los doctores Eu­genio Hardy y José Ángel Ramón, me vinculé a los estudios relacionadas con la liberación controlada de fármacos, obteniendo premio de investigación en el Fórum de Ciencia y Técnica de la Universidad de La Ha­bana (UH)”.

Ellos, aseveró, fueron los pilares de mi formación inicial co­mo científica, me inculcaron la disciplina y la consagración en el trabajo, el sentido de pertenencia y de compromiso ha­cia la so­ciedad, valores afianzados posteriormente por mi tutora de tesis de grado, la doctora Isel Pascual, de la Facultad de Biología de la UH.

Tras defender con éxito un trabajo relacionado con la búsqueda de inhibidores de pro­teasas para Malaria (se trata de en­contrar nuevos agentes terapéuticos contra esa enfermedad), Amalia egresó de la capitalina casa de altos estudios en el mes de julio del 2008. Po­cos meses antes, ella y otra compañera aceptaron la propuesta de incorporarse a la cantera de jóvenes investigadores del futu­­ro Centro de Es­tudios Avanzados de Cuba (CEAC).

RECUENTO DE UNA PUJANTE CIENCIA

La nanotecnología brinda a la humanidad la posibilidad de crear nuevos materiales o transformar las propiedades de los ya existentes, a partir de la manipulación de estructuras moleculares y átomos en la escala nanométrica, donde 1 nanómetro equivale a un milímetro dividido un millón de veces, es decir algo 100 000 veces más pequeño que el grosor de un cabello humano.

El origen de la pujante disciplina se remonta al año 1959, cuando el premio Nobel de Física Richard Feyman planteó que los principios de esta ciencia no hablan en contra de manipular los objetos átomo a átomo.

Sin embargo, no fue hasta 1981 con el in­vento del microscopio de efecto túnel (permite visualizar a nivel atómico la superficie de los materiales), que se logró la madurez tecno­ló­gica para hacer realidad esa posibilidad has­ta entonces enmarcada en el rango de la cien­cia ficción. El término que la denomina fue acuñado por el científico japonés Norio Ta­ni­guchi.

La importancia de trabajar a escala nanométrica radica en que a ese nivel las propiedades de los materiales cambian y de esa forma es posible transformarlos y crear otros nuevos que no existen en la naturaleza.

Actualmente la nanotecnología ha exten­dido su campo de aplicaciones de manera apreciable a sectores como el aeroespacial, la electrónica y las comunicaciones, el desarrollo de nue­vos materiales, la industria auto­mo­vilís­tica, salud humana, alimentación, generación de energía, y la industria de cosméticos y confecciones textiles, por mencionar algunos ejemplos.

Ya muestra resultados concretos en el diseño de tecnologías más eficientes para potabilizar el agua, en la progresiva miniaturización de los circuitos integrados empleados en computadoras y sistemas de transmisión de datos, y en el logro de avanzados medios diagnósticos y medicamentos, capaces de ac­tuar de m­anera selectiva en el sitio específico donde hay una lesión, haciendo más efectivos los tratamientos, con menos efectos adversos.

Es oportuno mencionar que en sus inicios resultó potenciada por diversas ramas de la industria militar de un reducido gru­po de países altamente desarrollados encabezados por Estados Unidos, para la búsqueda de nuevas técnicas de camuflaje y chalecos antibalas más efectivos y livianos, mejorar blindados, y obtener medicamentos capaces de controlar de ma­­nera inmediata las hemorragias y otras le­siones sufridas por las tropas en el escenario de guerra.

ASOMADA A LA NANOTECNOLOGÍA

Luego de graduarse de Licenciatura en Bio­química, Amalia Ruiz pasó a formar parte de los recursos humanos del CEAC junto a otros jóvenes profesionales provenientes de diferentes ca­rreras y centros de educación superior, manteniendo los vínculos de trabajo con el CIGB y el Centro de Inmunología Mole­cu­lar como parte de su preparación.

En esas instalaciones trabajó en un proyecto dirigido a la búsqueda de una nueva variante mejorada de la eritropoyetina que aumentara su valor en el mercado, trabajo que fue su tesis de maestría, guiada por los doctores Da­niel Amaro y Rolando Páez.

“Concluida esa etapa, obtuve una beca de un año de entrenamiento en el Centro Nacional de Biotecnología de Madrid del 2009 al 2010, y después hice el doctorado entre el 2011 y el 2014 en el Instituto de Ciencias de Materiales de la propia capital española, defendiendo la tesis de grado Nanopartículas magnéticas de óxido de hierro aplicadas en la medicina pa­ra el tratamiento de diversas enfermedades, con la tutoría de la doc­tora María del Puerto Morales”.

“Dado el desarrollo alcanzado por Cuba en la industria biofarmacéutica y las características de nuestro sistema de salud, donde cada nueva vacuna o producto que se logre llega al más humilde de los ciudadanos y repercute en el mejoramiento de la calidad de vida de la población, la nanotecnología debe convertirse en un soporte esencial de tan colosal esfuerzo, contribuyendo por ejemplo al diseño y producción de medicamentos de liberación controlada que garanticen la presencia permanente de la dosis requerida en sangre, o para multiplicar las posibilidades de diagnosticar un mayor número de enfermedades a partir del análisis de una muestra de sangre”.

Para esta muchacha, cuya pareja Jorge Ro­dríguez Ramos es un joven de 34 años que también acaba de hacer el doctorado en Mi­croscopía de fuerza atómica, dedicarse a la ciencia de­man­da consagración, sacrificio, y sobre todo sentirse comprometido con la so­ciedad que le ofreció las oportunidades para estudiar y convertirse en investigadora.

“Nosotros no podemos competir con los elevados salarios que en este sector se pagan en el Primer Mundo, ni con el nivel de muchas de las instalaciones existentes en esas naciones,  pero contamos con la voluntad política y un valioso capital humano para sostener y continuar nuestro desarrollo en las más disímiles esferas del conocimiento. Partiendo de tales premisas pienso que sí es posible hacer ciencia en Cuba y realizar mis sueños como profesional.

“En mi caso particular —resalta— la ma­yor aspiración que tengo es poder formular un producto médico capaz de resolver problemas graves de salud y salve vidas. Por supuesto lograr eso demanda muchos años de labor in­vestigativa y tenaz es­fuerzo, pero no hay me­jor motivación que tributar al bienestar de las personas”, aseveró Amalia

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