LOS DILEMAS DE LA ENERGÍA NUCLEAR. El Problema de los Desechos. La Gran Discusión

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Desechos nucleares    Última parada antes de su entierro

Por Chantal Britt, swissinfo.ch

enero de 2014 –

La película posee todos los atributos de un thriller: imágenes cautivantes, música dramática y personajes atractivos. Sin embargo, es un documental sobre el desafío de almacenar los residuos nucleares helvéticos de forma segura. El documento filmográfico reabre un debate que parece no tener fin en Suiza.

 La crítica película de Edgar Hagen, Viaje hacia el lugar más seguro de la Tierra, presentada recientemente en Berna, aborda la forma en la que se manejan los residuos nucleares tóxicos, lo que le ha granjeado el respaldo inmediato de todos los escépticos de la energía nuclear. El porqué: el documental hace uso de las emociones y de otros recursos impactantes para evidenciar la complejidad y fracasos que enfrenta la iniciativa para encontrar un sitio adecuado para almacenar los desechos radioactivos.

 Pero existe otra visión. Con apenas unas semanas de diferencia, La Promesa de Pandora, película presentada en Zúrich, critica la hipocresía de muchos movimientos medioambientales y muestra a la energía nuclear como la única capaz de salvar al planeta del problema del calentamiento global. Su director, el cineasta estadounidense Robert Stone, también ha cosechado grandes elogios por esta pieza que defiende la energía nuclear.

Ambas historias son una emblemática metáfora de la situación que vive Suiza en el tema de los desechos nucleares debido a su sistema de democracia directa. En 2002, los votantes del cantón de Nidwalden rechazaron un repositorio en su territorio.

El problema no ha desaparecido. Aunque los cantones ya no tienen derecho de veto sobre los depósitos que requiere el país, el Gobierno federal enfrenta la impopular misión de convencer a la población y lograr consensos sobre el tema.

Suiza tiene previsto construir un repositorio profundo para almacenar los desechos de sus plantas nucleares. La Oficina Federal de Energía (OFE) debe seleccionar los lugares más propicios para ello y por el momento ha identificado seis zonas que cumplen con los requisitos fijados.

 

 

 

Plan gubernamental

 

La Oficina Federal de Energía (OFE) es responsable de operar las tres etapas previstas para la selección de uno o dos repositorios para almacenar residuos nucleares en Suiza.

En 2012, el gobierno suizo aprobó seis áreas potenciales que cumplen con todos los requisitos fijados por Nagra, la mayoría de ellas ubicadas al norte de Zúrich, esto es, cerca de la frontera alemana.

Para el año 2020, el primero de estos sitios tendría que estar elegido. Pero tras la aprobación del Gobierno se requiere el respaldo parlamentario y es altamente factible que exista un referéndum popular.

De recibir el aval de la población, la construcción de este primer repositorio podría iniciarse. El mismo sería llenado gradualmente con desechos y sellado para siempre para evitar riesgos. Sin embargo, de llegar hasta aquí, ya no habría punto de retorno porque recuperar los desechos en el futuro resultaría muy complejo y costoso.

 

Referendo nacional

 

Los suizos podrían ser eventualmente consultados sobre el tema para que sean ellos quienes avalen o rechacen la elección final hecha por el gobierno, pero esto no sucedería antes del año 2023.

 

“Ha quedado claro, luego de 30 años de aplicar un programa de eliminación (nuclear), que es fundamental la participación de amplios grupos de la población”, afirma la Oficina Federal de Energía (OFE) en un documento de 130 páginas que explica el proceso de selección para un primer repositorio. “Hoy en día ya no seguimos una estrategia de ‘decidir, anunciar y después defender’, hemos optado más bien por un enfoque transparente, comprensible y participativo”.

 

Una lección que también ha tomado en cuenta la Cooperativa Nacional para la Eliminación de Residuos Radiactivos (Nagra).

La portavoz de Nagra, Jutta Lang, afirma que la estrategia no consiste en adoctrinar a la gente de arriba hacia abajo, sino en responder a las preguntas de todo mundo, con objeto de que cada persona tome su decisión. “El problema es que en este tópico con tanta carga emocional, raramente existen respuestas fáciles a preguntas fáciles”.

 

Para cumplir con ese propósito, solamente durante 2012, la OFE organizó 175 talleres y mesas redondas para hablar detalladamente sobre los propósitos de Nagra con autoridades regionales, grupos de interés y población en general. Las regiones potencialmente implicadas fueron invitadas a manifestar sus inquietudes y a presentar sus propuestas.

 

 

 

Desechos Nucleares

 

Última parada antes de su entierro

 

 

En Suiza, aquellos que producen desechos radiactivos son responsables de su depósito en lugares seguros. El gobierno quiere almacenar 100.000 metros cúbicos de residuos en depósitos geológicos profundos. Pero, previamente, esa basura pasa por instalaciones como las de ZWILAG, en Würenlingen.

 

Asunto de seguridad

 

De 1972 (año de la fundación de Nagra) a la fecha, el gobierno ha destinado un total de 1.200 millones de francos suizos (1.300 millones de dólares) al programa ‘Desechos Nucleares’. Y durante más de tres años, Nagra realizó una gira por la Suiza de habla alemana con la exposición Un paseo por el tiempo dedicada a explicar la forma en la que se propone almacenar los residuos radiactivos.

 

El gobierno suizo quiere avanzar en la búsqueda del sitio en el que podría almacenar un total de 100.000 metros cúbicos de residuos nucleares. Pero los opositores al proyecto exigen que antes de dar cualquier paso se respondan detalladamente todas las preguntas que existen en materia de seguridad. El primer repositorio -originalmente previsto para 1985- estará en operación en el año 2050, en el mejor de los escenarios.

 “La mayoría del público y de los políticos están conscientes de que (el repositorio) es necesario, pero no lo quieren cerca de ellos”, refiere Charles Mc Combie, consultor especializado en residuos nucleares de la firma MCM Partners. “Aunque la mayoría de los científicos considera que el proceso (de almacenamiento) puede realizarse con toda seguridad, una activa minoría científica no está de acuerdo con esa visión”.

 

Los opositores han hecho oír su voz a través del documental Viaje al lugar más seguro del mundo. Ursula Wyss, política de centro-izquierda perteneciente al Partido Social Demócrata, se cuenta en este grupo y fue la responsable de presentar la película.

 

Soluciones reversibles

 

Al coincidir con Wyss, en el debate posterior a la proyección, Jürg Buri, director del grupo anti-nuclear Swiss Energy Fundation SES, afirmó que “nadie sabe a ciencia cierta lo que sucederá dentro de 10.000, y mucho menos dentro de un millón de años, con los contenedores enterrados en la tierra. Por ello, creemos que Suiza requiere más bien soluciones temporales de carácter reversible que soluciones aparentemente definitivas”.

Actualmente, son pocos los que simpatizan con Michael Aebersold, jefe del programa de eliminación de residuos de la OFE, quien defiende el plan gubernamental para construir un primer repositorio argumentando que los residuos solo serán realmente inofensivos si se logra guardarlos y sellarlos en un sitio propicio.

 

Los argumentos que enarbolan “El viaje hacia el lugar más seguro del mundo” y “La Promesa de Pandora” son tan opuestos como el día y la noche.

 

Desafío nuclear: Desmantelar plantas nucleares requerirá tiempo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

(SRF/swissinfo.ch)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Para la difusión de la película de Stone, los grupos de cabildeo Nuklearforum y Women in Nuclear Schweiz invitaron a una audiencia conformada fundamentalmente por personas con intereses afines al proyecto que acogieron la propuesta del director estadounidense.

La energía y la argumentación de Stone se centran en el espíritu optimista que se vivía durante los primeros días de la industria nuclear suiza, en los que un país pequeño y carente de reservas de gas y petróleo aceptó entusiasmado esta fuente energética de bajo costo. En 1969, cuando Beznau I –la planta nuclear más antigua de Suiza- inició operaciones, el manejo de residuos no era tema de debate siempre que tuviera lugar lejos de casa.

 

Métodos de eliminación

Los operadores de las plantas nucleares son los responsables formales de los desechos que produce la industria nuclear. El gobierno, por su parte, debe hacer frente a los residuos que generan el sector salud, la industria y la investigación.

 La basura suiza debe ser almacenada en territorio helvético. Solo es posible exportar desechos si éstos son destinados a países que cumplen con los requisitos estipulados por la legislación helvética en la materia.

En el pasado, Suiza consideró diversas opciones para tratar sus residuos nucleares, entre ellas, enviarlos al espacio, depositarlos en los glaciares o inyectarlos en pozos a gran profundidad. También tomó parte de Pangea, un proyecto destinado a canalizar estos residuos a Australia, un país que jamás ha operado ninguna planta nuclear.

Entre 1969 y 1982 Suiza descargó en el Atlántico 5.341 toneladas de residuos radioactivos de baja y mediana intensidad. Menos de lo que han arrojado Gran Bretaña o Rusia, pero un nivel muy alto para un país tan pequeño.

Sin embargo, con los años fue prohibida la evacuación de desechos nucleares en el océano. En los años 70’s, países como Gran Bretaña y Francia decidieron incluso regresar dichos residuos a su país de origen, obligando con ello a Suiza a iniciar su programa de eliminación de desechos.

Hoy en día, Suiza conserva su basura nuclear en piscinas de almacenamiento para este tipo de desechos ubicadas en Zwilag.

 

Fuentes: Nagra y Oficina Federal de Energía

 

Sin ‘Plan B’

Para Stone, los desechos ni siquiera son un problema en la actualidad. “Los residuos son un problema menor”, afirma y explica que algunos reactores permiten incluso que éstos sean reciclados. En su obra, retrata a los activistas anti-nucleares como idealistas irracionales carentes de lógica y de conocimiento profundo sobre el tema.

El endurecimiento de las posiciones de los dos grupos en conflicto pone de manifiesto la complejidad del problema del almacenamiento, ya que sus implicaciones éticas van más allá de nuestro concepto de tiempo y de lo que es posible imaginar.

“No puede olvidarse la ética y la necesidad de transparencia”, dice Jürg Schacher, físico nuclear de la Organización Europea para la Inversión Nuclear y de la Universidad de Berna. “No queremos una solución simplista que entierre estos desechos en el olvido”.

Markus Fritschi, jefe del Programa del Repositorio de Nagra, alerta sobre el hecho de que Suiza carece de un ‘Plan B’ si la población decidiera rechazar el sitio que será elegido dentro de unos 10 años.

“Si no encontramos un repositorio conveniente, estaremos nuevamente en el punto de partida. Tendremos que seguir almacenando nuestros desechos en instalaciones temporales al nivel de la superficie que podrían provocar desastres futuros”, puntualizó.

 

Traducción del inglés, Andrea Ornelas

 

Los repositorios futuros

 

La manera más segura de almacenar los residuos radiactivos son los llamados repositorios geológicos profundos, que exigen una zona estable en términos geológicos, flujos subterráneos mínimos, una química favorable en las aguas subterráneas y que no exista conflicto con las fuentes naturales cercanas.

Investigadores del laboratorio Mont Terry Rock, en el cantón del Jura, conducen una serie de experimentos sobre la viabilidad y seguridad de depositar desechos en capas profundas de arcilla que se formaron hace 180 millones de años, durante el periodo jurásico.

Los expertos proponen enterrar los desechos a unos 600 metros de profundidad porque se cree que la arcilla ‘Opalinus’ es especialmente propicia como material de recepción por su alta capacidad de aislamiento y su baja permeabilidad al agua.

En general, los expertos apuestan por sistemas que combinan las barreras naturales con las artificiales, es decir, roca con recipientes de acero y material para sellar a fin de bloquear toda radiación posterior.

Los científicos advierten, no obstante, que los contenedores de desechos que se utilicen estarán completamente corroídos 10.000 años más tarde, conduciendo el material radiactivo hacia las rocas.

 

Fuente: Nagra y OFE

 

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