«FRACKING». La Gran Discusión. Emerge en USA como Arma Diplomático-Económica. Los Críticos y su Posición.

shale gasSe trata del gas y petróleo de esquisto, que se obtiene a través de una controvertida técnica llamada fracturación hidráulica o fracking y tiene el potencial de ayudar a EE.UU a conseguir su tan anhelada independencia energética.

..Independencia energética: el nuevo superpoder de Estados Unidos
Thomas Sparrow

BBC Mundo, Washington (@bbc_sparrow)
La nueva arma diplomática de Estados Unidos se encuentra atrapada entre rocas a más de un kilómetro bajo tierra.

Lo que ha sido menos comentado es lo que acompaña ese nuevo panorama: al recurrir menos a fuentes externas para suplir sus necesidades energéticas, Washington puede afrontar desde una perspectiva distinta los conflictos internacionales en los que hay un claro componente energético.

Es lo que el diario The New York Times llamó «una nueva era de la diplomacia energética estadounidense» y se ha manifestado en la actual crisis con Rusia y Ucrania, aunque también según algunos analistas en su actitud frente a Venezuela.
La nueva realidad energética de Estados Unidos tiene considerables implicaciones diplomáticas.
Al frente de esas gestiones está Carlos Pascual, un cubano-estadounidense que fue embajador en México y Ucrania y ahora dirige el Buró de Recursos Energéticos del Departamento de Estado.

La oficina fue creada por la exsecretaria Hillary Clinton en 2011 para coordinar el rol de la energía en la política exterior, un asunto que ha cobrado relevancia en la crisis en Europa por su dependencia del petróleo y el gas de Rusia.

Reducir ese vínculo y diversificar las fuentes es uno de los objetivos expresos de Washington y fue uno de los motivos por los que el presidente Barack Obama estuvo el mes pasado en Bruselas. Obama habló de la «bendición» de los nuevos recursos en su país y recibió una petición de la Unión Europea para que permita mayores exportaciones del gas natural estadounidense.

Sin embargo, aunque Estados Unidos recientemente sobrepasó a Rusia como el principal productor de gas del mundo, todavía no exporta grandes cantidades del hidrocarburo. El Departamento de Energía comenzó a establecer los permisos para que compañías estadounidenses puedan exportar a partir de 2015 y ya aprobó al menos seis peticiones.

El tema ha generado controversia y fue criticado por el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, quien dijo que el «proceso de aprobación terriblemente lento equivale a una prohibición de facto de las exportaciones de gas natural, que Vladimir Putin ha explotado felizmente para financiar sus metas geopolíticas».

Pero el gobierno ya considera que su boom está teniendo un impacto en Europa a través del gas disponible en el mercado. Según le explicó a BBC Mundo Amos Hochstein, subsecretario asistente para la diplomacia energética en el Departamento de Estado, el hecho de que esté importando mucho menos permite que el gas que antes recibía se redirija a otros destinos.

Esa situación «ha llevado más gas alternativo, no ruso, a Europa», dice. En marzo, Carlos Pascual calculó que los esfuerzos de su equipo habían ayudado a que Ucrania redujera de 90% a 60% su dependencia del gas de Moscú.

 

Otra arista de la diplomacia energética consiste en ayudar a países como Ucrania en temas de suministro e infraestructura.

Es un rol más «indirecto», como dice Christian Gómez, un analista del Consejo de las Américas, en Washington. En diálogo con BBC Mundo, Gómez argumentó que una forma en que Washington puede influir en Europa es tratando de que Ucrania «tenga un sector energético más transparente y orientado al mercado».

En ese sentido, el vicepresidente Joe Biden anunció esta semana en Kiev que un equipo técnico está en la región para asegurar el suministro. Fue una visita que no cayó bien en Moscú, que rechazó la «arrolladora influencia» de Estados Unidos en Ucrania.

Washington pretende, además, que ese país importe gas natural de países como Polonia y Hungría, y desarrolle una ruta por Eslovaquia.
Menores incentivos
Por otro lado, el boom energético también puede estar llevando a que Estados Unidos tenga una menor participación en zonas donde ya no tiene tanta dependencia comercial.

Fuentes consultadas por BBC Mundo en círculos privados de Washington opinaron que si las protestas en Venezuela se hubieran desatado hace cinco o diez años, la reacción del gobierno estadounidense habría sido distinta a como ha sido hasta ahora, en especial por los cambios en su relación energética con Caracas.

Christian Gómez está de acuerdo y dice que Estados Unidos tiene un interés más reducido en ese país sudamericano porque «tiene menos incentivos», si bien inmediatamente agrega que eso no significa que vaya a cesar su relación petrolera.
La mayor producción energética de EE.UU. afecta lo que importa de países como Venezuela
Aunque Venezuela sigue siendo una fuente importante de crudo para Estados Unidos, el volumen que importa Washington ha caído en los últimos 15 años. Además, como aseguró Pascual ante el Congreso, su gobierno es consciente de que una mayor producción local puede afectar aun más lo que importa de Caracas.

Hochstein, por su parte, no cree que la bonanza energética esté influyendo en la respuesta diplomática sobre Venezuela.

«Hay una separación entre nuestra política general hacia Venezuela y el hecho de que estemos importando menos», opina.

«Tradicionalmente hemos importado petróleo de Venezuela y lo seguimos haciendo hoy».

BBC MUNDO

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OTRAS OPINIONES (CRÍTICAS) – 

El sector energético ha impuesto el secretismo sobre la lista de aditivos químicos. Según un informe del Comité de Energía y Comercio de la Cámara de Representantes de Estados Unidos las compañías emplean 750 compuestos químicos, de los que 650 contienen elementos clasificados como cancerígenos o contaminantes para el aire y el agua. Otro estudio, éste de la organización The Endocrine Disruption Exchange, analiza las 362 sustancias claramente identificadas y alerta de que el 25% puede causar cáncer y mutaciones, el 37% podría afectar al sistema endocrino, más del 50% causarían daños en el sistema nervioso y casi el 40% provocan alergias.

 

Los grupos ecologistas denuncian que la utilización de estos productos tóxicos y la liberación de gas metano ponen en peligro la salubridad de los acuíferos, contaminan las tierras en que se utilizan al no subir a superficie toda el agua utilizada, e incluso el fluido residual que sube a superficie emitiría gases tóxicos (fundamentalmente benceno). En este sentido, se han hecho famosas las imágenes del documental Gasland en que un vecino de Colorado (EEUU) provoca una llamarada al acercar un mechero a su grifo, supuestamente por la presencia de metano en el agua [ver el tráiler del documental, de 2010].
Los detractores alertan igualmente del riesgo de fugas de gas metano a la atmósfera, que cuya capacidad como gas de efecto invernadero es 25 veces superior a la del dióxido de carbono. En paralelo, los críticos advierten de que la inyección de miles de litros de agua a altísima presión podría tener un impacto directo en elevar la posibilidad de movimientos sísmicos, además de suponer un consumo excesivo de agua dulce.

Los defensores garantizan seguridad y respeto medioambiental
Los defensores del fracking contraponen mensajes tranquilizadores a cada uno de los riesgos que plantean los críticos. Su principal argumento a favor es económico: España tiene unas enormes reservas de gas y no puede desaprovecharlas un país que importa el 99,5% de sus necesidades de hidrocarburos y que sufre por ello un agujero de 45.000 millones de euros en su balanza comercial. El resto son argumentos de defensa para anular las alarmas (o al menos las dudas razonables suscitadas) que han hecho saltar los grupos ecologistas. La labor de defensa del fracking en España se articula en torno a la nueva plataforma Shale Gas España, un lobby impulsado por las compañías del sector que cuentan con más permisos de exploración.
Las empresas aseguran que las probabilidades de contaminación de los acuíferos son mínimas porque los pozos se aíslan con una doble barrera protectora de acero y cemento, porque no se realiza la fracturación hidráulica hasta superar pruebas de estanqueidad de las perforaciones y, además, porque la fracturación se realiza miles de metros por debajo del nivel donde se encuentran los acuíferos [ver informes de Shale Gas España]. El sector asegura que las aguas residuales que se recuperan tras el fracking se depositan y tratan en instalaciones que impide que haya contaminación, al tiempo que niega que haya casos que demuestran la contaminación de agua por fugas de metano. De hecho, sobre las polémicas imágenes del agua inflamable que se incluían en Gasland, las empresas subrayan que las autoridades de Colorado determinaron que el metano que contenía el agua era de carácter natural y que no tenía relación con el fracking.
De hecho, las empresas del sector incluso se felicitan por los beneficios medioambientales de su negocio al evitar la emisión de gases de efecto invernadero.

La Comisión Europea publicó un informe el pasado julio en que se calcula que la generación eléctrica a partir del shale gas reducía las emisiones entre un 41% y el 49% en relación a las generadas por las centrales de carbón [links a varios informes de la Comisión Europea]. Y la Agencia Internacional de la Energía (AIE) subraya que el auge del gas pizarra en Estados Unidos ha coincidido con un recorte de 450 millones de toneladas en las emisiones de CO2 en los últimos cinco años.

Las dudas surgen por el insistente oscurantismo del sector sobre los productos químicos utilizados para realizar la fracturación. Las empresas no hacen pública la composición de los aditivos, tan sólo subrayan que facilitan la información a las autoridades y a las personas afectadas por cada pozo. Y la plataforma Shale Gas España cuestiona el impacto subrayando que por lo general los compuestos se limitan a entre un 0,1 y un 0,5% del fluido inyectado; niega que sean cientos de sustancias y subrayan que tan sólo son una docena de aditivos, que estarían «presentes en productos de limpieza del hogar o son utilizados por la industria alimentaria»

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