30.000 TAMBOS EN 1980. HOY,EXISTEN 11.000. ACTIVIDAD LECHERA y COMPETENCIA. Perspectivas

tamboCambios en la estructura productiva del sector lechero. – Investigadores de la Universidad de Rosario,Argentina, caracterizan las transformaciones estructurales y tecnológicas de un grupo de tambos del sur de Santa Fe en las tres últimas décadas.
De los 30 mil tambos que había en Argentina en la década del ´80, hoy existen 11 mil.

A partir de la década del ´70 comienza a producirse en amplias regiones del país un cambio del modelo agropecuario mixto (agricultura y ganadería) hacia otro de agricultura continua, que incluye el doble cultivo trigo-soja o el monocultivo de soja. Este proceso se debió principalmente a los buenos precios agrícolas y a la simplicidad productiva de la oleaginosa, que dio lugar a una migración rural hacia las áreas urbanas, en contraposición con los precios poco alentadores de los productos pecuarios y un proceso productivo de mayor complejidad, trabajo y demanda de presencia en el medio rural.

Como consecuencia, la agricultura comenzó a competir con el tambo por el uso del suelo. La actividad lechera necesitó entonces incorporar nuevas tecnologías de insumos y nuevos procesos de capacitación para sustentarse, exigencias no fácilmente accesibles para los pequeños y medianos productores.

Estos procesos de adaptación del sector lechero a un nuevo escenario productivo constituyen el objeto de estudio de un grupo de investigadores de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario. Bajo la dirección del ingeniero agrónomo Hugo Alvarez, el proyecto busca caracterizar las transformaciones estructurales y tecnológicas producidas en el sector lechero primario del sur de Santa Fe a lo largo de las tres últimas décadas, con el fin de conocer cuáles fueron las estrategias adoptadas por los productores tamberos para permanecer en el sector en el marco de un contexto desfavorable para la ganadería.

Según Álvarez, de los 30 mil tambos que había en Argentina en la década del ´70 hoy existen 11 mil, lo que representa un retroceso del 70 por ciento. A raíz de esto, “los establecimientos que permanecieron en el sector tuvieron que intensificarse, lo que llevó a que tengan más vacas, mayor producción individual por vaca y por hectárea, menor uso de pasturas, de pastoreos directos de forraje, mayor uso de concentrados y subproductos e instalaciones más grandes. En definitiva, una serie de transformaciones a las que se vio forzada la lechería para poder competir con la agricultura.

Los investigadores identificaron tres dimensiones sobre las cuales la sustentabilidad del sector sufrió cambios: Económico-productiva, ambiental y social. Tomando estas variables se analizaron 45 tambos del área de influencia de la Facultad de Ciencias Agrarias, en los que se comparó cuál era la sustentabilidad en la década del 80 y cómo es ahora, para luego poner a consideración estos indicadores con el propósito de desarrollar políticas que permitan apuntalar los tambos que hoy permanecen y que aparezcan nuevas explotaciones lecheras.

 

Intensificación productiva

 

Según el estudio, el aumento de la carga animal por tambos en las últimas tres décadas fue aproximadamente de un 40 por ciento. En el caso específico de las vacas en ordeño el aumento superó el 50 %. Este incremento es coincidente con el producido a nivel nacional, en cuyo caso el tambo promedio pasó de tener 66 vacas totales en 1988 a 180 en 2006.

 

La intensificación de los procesos productivos responde a la incorporación de nuevas capacidades tecnológicas que permitieron una evolución y mejora de las instalaciones de ordeño. Uno de los efectos de esta adaptación, que demanda una fuerte inversión de capital, fue la salida del sector de muchos pequeños y medianos productores que se volcaron a la actividad agrícola. Sin embargo, la superficie de los tambos no ha variado, siguen siendo tambos de 200 hectáreas. Pero en forma simultánea se ha dado en menor escala la aparición de tambos más grandes o megatambos, aunque, según el estudio, no son los que predominan en la provincia.

 

En tanto, los investigadores profundizaron un análisis preliminar de la variable económica del sector: “el primer resultado que tuvimos fue que la intensificación también fue sustentable desde el punto de vista económico. Si bien los costos ahora son mayores, los resultados económicos mejoraron en relación a treinta años atrás. Ahora, nosotros creemos que los sistemas más rentables tienen que ver con la integración agrícola-ganadera, es decir, el tambo con la agricultura”, señala Álvarez.

 

Impacto ambiental

Según el investigador, el tambo integrado con la agricultura, que son los modelos mixtos que el estudio propone fomentar y desarrollar, en términos generales tienen un comportamiento amigable con el ambiente, por la diversificación que esto conlleva. “Desde el punto de vista ambiental, la intensificación que se hizo sobre este grupo de tambos ha sido bastante sustentable. Notamos que el impacto sobre el suelo es menor, la pérdida de materia orgánica del suelo que es lo que define la fertilidad se ha reducido en relación a tres décadas atrás, y además vemos que el riesgo de toxicidad con plaguicidas tampoco muestra un escenario muy preocupante”.

 

Sin embargo, se observa que “los sistemas al haberse intensificado hacen un uso mayor de la energía fósil, porque incorporan más fertilizantes, combustibles, plaguicidas y este uso conlleva un riesgo ecológico. Por otro lado, esto produce mayor energía porque se produce más productos, más leche, con lo cual la eficiencia del uso de la energía es mayor. No obstante, no debemos despreocuparnos de que sean sistemas intensivos y hay que estar atentos y monitorearlos en el tiempo. Por supuesto que esto limita también la autosuficiencia, porque al depender tanto de insumos los sistemas se vuelven vulnerables a los posibles cambios que puede haber por ejemplo en el ambiente económico”.

 

Cadena productiva

Para los investigadores, resulta necesario que se profundicen los estudios sobre la cadena productiva de la leche, para superar los problemas que se están visualizando. “Al sector lechero hay que entenderlo como tal, como un sector que encuentra formas, de acuerdo entre los distintos eslabones que componen la cadena. Hoy el sector primario que tiene una participación activa, con mucho capital invertido y tanto riesgo, parecería no recibir lo que merecería al interior de la cadena. Yo no me animaría a decir dónde están esas deficiencias, seguramente las hay. Otros países han solucionado eso, en Brasil existen sistemas en los que el productor recibe un precio que sale de porcentaje de un pool de productos vendidos en las góndolas de las ciudades más importantes, y eso funciona muy bien. Esos mecanismos tendríamos que buscar para consolidar la producción primaria en el sector lechero”, puntualiza Álvarez.

 

Perspectivas del sector

El estudio señala que la producción animal en general, y la producción lechera en particular tienen posibilidades muy grandes de cara a los próximos años. Por un lado, se plantea que es posible mejorar el mercado interno que si bien el consumo de lácteos en Argentina es muy alto, existen posibilidades de mejorarlo y aumentarlo, especialmente abasteciendo sectores de la población que siguen relegados. Por otro, el mercado mundial demanda productos lácteos y en los próximos años este proceso se intensificará de la mano del crecimiento de ciertas economías emergentes. Esto hace que la demanda sea muy alta y las perspectivas a futuro sean aún mejores.

 

“Hace unos años, el gobierno nacional lanzó el Plan Estratégico Agropecuario que plantea la necesidad, en el caso de la lechería, de duplicar la producción. Hoy estamos produciendo 11 mil millones de litros por año y yo creo que se podría duplicar ese número. Las perspectivas son muy buenas, tenemos recursos naturales y humanos, universidades, tenemos organismos de excelencia como el INTA”, concluye Álvarez.

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