MI BISABUELO… EL INGENIERO HUERGO. LA ANTIGUA POLÉMICA

En el Centro Argentino de Ingenieros se presentó el libro “Luis A. Huergo y la cuestión puerto”. Su autor, Hernán Huergo, bisnieto del protagonista de esa historia, fue el disertante.
Ante una interesada audiencia, Hernán Huergo realizó una exposición sobre su material, con el fin de “ayudar a comprender mejor al eterno luchador, Luis A. Huergo, como también a algunos detalles menos conocidos de la polémica que fue parte de su fama”. Aprovechando la presencia en el CAI, el autor reconoció que “es muy importante presentar aquí este libro, por varias cosas: Huergo fue uno de los fundadores del Centro Nacional de Ingenieros, nombre original de la institución, en 1895.

Y cuando faltaban dos años para su muerte (en 1913), era tal el prestigio que tenía, que fue nombrado presidente honorario del CAI. Para mí era importante estar en el Centro Argentino de Ingenieros presentando el libro, porque cuando realmente vio la luz en sociedad, en 2013 centenario de la muerte de Luis A. Huergo, tuvimos que hacer el evento en la UCA.

Estaba pendiente hacer esto en la cuna, el lugar natural para algo así. Fue un gran placer poder presentarlo ante una audiencia notable, no sólo para revalorizar quién fue mi bisabuelo, sino también para revivir la historia del puerto, porque sé que mucha gente no la conoce”.

 


PURT ONUEVO AVIONES

Hernán Huergo, apasionado Ingeniero Civil, expuso la admiración por su bisabuelo, a quien, de hecho, en su libro denomina “ilustre ancestro”. Y calificó el tema central de su escrito, “la cuestión puerto”, como “el mayor logro de Luis A. Huergo, que curiosamente es coincidente con su mayor frustración y su mayor sufrimiento: el Puerto de Buenos Aires”. Recordó, también, que su bisabuelo fue uno de los fundadores de la Sociedad Científica Argentina en un momento en que los ingenieros empezaban a aparecer. Y no se les daba importancia a los ingenieros argentinos, sí a los ingleses. Él fue uno de los primeros 12 nacidos en esta tierra”.
Repasando la producción de su material, Hernán Huergo llegó a otro simbólico lugar que destaca la importancia de su bisabuelo, como también la del Centro Argentino de Ingenieros para los profesionales: “Para hacer el libro, recurrí a dos lugares clave: las bibliotecas de la Sociedad Científica Argentina y la del CAI.

Tienen libros originales que no se consiguen en otros lugares. Y me consta que en la del Centro Argentino de Ingenieros se han salvado ejemplares de incendios y atentados… Recorrer esos libros fue hermoso. El propio Huergo, cuyo nombre bautiza a la biblioteca del CAI, escribió como 40, unos 12 dedicados al puerto. Y eso significa casi 3.000 páginas… Leerlas es recorrer la historia con un detalle nunca visto”.
Ingeniería y Huergo con casi sinónimos. Y el Centro Argentino de Ingenieros, como dice Hernán, bisnieto de Luis Augusto, es la cuna para esta profesión. Por eso mismo, el descendiente del primer ingeniero argentino gestiona la donación de material de su ancestro para que luzca en el CAI: documentos inéditos, retratos, medallas, premios…

Nota de DCA  _______________________________________________________

El Plan de Huergo consistía en la construcción de dársenas abiertas o dentiformes desde el Riachuelo hacia el Norte, permitiendo ampliaciones futuras. El de Madero, en cambio, requería la construcción de una serie de diques cerrados, interconectados mediante puentes. En 1882, bajo la presidencia de Julio A Roca, el Congreso Nacional aprueba el proyecto de Madero, desestimando así el presentado por Huergo. El contrato ascendía a 20 millones de pesos oro sellado.

La obras comenzaron el 1° de abril de 1887 y finalizaron el 31 de marzo de 1898. Sin embargo, en menos de una década las instalaciones portuarias evidenciaron sus limitaciones, cuando el fuerte crecimiento del intercambio comercial las volvió claramente disfuncionales, poniendo de manifiesto el tiempo y los recursos desperdiciados.

Entre 1911 y 1925 comenzó a construirse el Puerto Nuevo , basado en la propuesta inicial de Huergo, el cual una vez en funciones fue relegando al diseñado por Madero a actividades cada vez más periféricas, hasta quedar definitivamente obsoleto. Los docks , los silos y los molinos que hoy caracterizan al barrio quedaron rápidamente en desuso, dándole al lugar un aspecto sombrío.

Sin embargo, este abandono no se extendió necesariamente a toda la zona. En efecto, la inutilidad del puerto diseñado por Madero no impidió que durante varias décadas se desarrollara de espalda a sus instalaciones una movida popular memorable, en el corazón mismo de la Costanera Sur.

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