CIANOBACTERIAS. Interesante Estudio. Plantea un Dilema

Cianobacterias y agricultura: el vínculo detrás de las floraciones tóxicas.  El aumento masivo de estos microorganismos es una amenaza creciente en todo el mundo.

 

Un estudio de la Udelar, Uruguay, y la FAUBA, Argentina, en la cuenca del río Uruguay reveló que uno de los principales motores del fenómeno es el uso intensivo de fertilizantes fosforados en el cultivo de soja.
Foto: Gervasio Piñeiro
POR: SEBASTIÁN TAMASHIRO

(SLT-FAUBA) Las floraciones de cianobacterias tienen efectos negativos en la salud humana y animal, y se volvieron cada vez más frecuentes en las últimas décadas. Como es un fenómeno que tiene múltiples causas, se dificulta tratarlo de forma efectiva y con base científica. En este marco, un estudio de la Universidad de la República de Uruguay (Udelar) y de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) señaló que las floraciones aumentaron en la cuenca del río Uruguay de la mano de la producción agrícola basada en el uso intensivo de agroquímicos, en particular, de fertilizantes fosforados. ¿Qué alternativas productivas hay?

“Las cianobacterias necesitan pocas cantidades de nitrógeno y fósforo, y cuando reciben más nutrientes tienen crecimientos masivos” (C. Kruk)
“Las cianobacterias son microorganismos fotosintéticos que habitan las aguas de la Tierra desde hace millones de años y aportan al funcionamiento de los ecosistemas. Sin embargo, cuando los ambientes acuáticos cambian, algunas se multiplican de forma exponencial y pueden producir cianotoxinas que provocan efectos negativos sobre la salud”, contó Carla Kruk, docente del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Ciencias y del departamento MEDIA Centro Universitario Regional del Este, ambos de la Udelar.

El río Uruguay tiene una longitud de 1.900 km y su cuenca tiene una superficie de 36.500.000 de hectáreas
“Si entramos en contacto con grandes concentraciones de esas toxinas de forma directa en el agua que consumimos o en la que nos bañamos, o de forma indirecta cuando comemos animales o vegetales que tuvieron contacto con las cianobacterias, podemos sufrir desde alergias hasta daños hepáticos o neurológicos. Por otro lado, la exposición continua a bajas concentraciones puede dar lugar a tumores”, agregó Kruk.

Gervasio Piñeiro, docente de Ecología en la FAUBA y coautor, junto con Kruk y otros y otras investigadoras, del trabajo publicado en la revista científica Global Change Biology, indicó que la floración de cianobacterias es un fenómeno que puede tener causas numerosas y que es fundamental identificarlas para tomar medidas basadas en estudios científicos. En este contexto, compararon cómo diferentes mecanismos podrían explicar las floraciones desde la década de 1960 hasta el presente en la cuenca del río Uruguay, un área que involucra a la Argentina, Uruguay y Brasil.

Carla y Gervasio analizaron cambios en las lluvias, en las temperaturas, en los usos del suelo, en los caudales de los ríos, y también en la calidad del agua de toda la cuenca. “Observamos que en los últimos 20 años, las floraciones de cianobacterias se volvieron cada vez más frecuentes y que la causa principal fue la producción agrícola que usa agroquímicos de forma intensiva”, destacó Piñeiro.

A partir de los años 2000 aumentó de manera drástica la cantidad de cianobacterias en el agua y de las especies que producen cianotoxinas. Entre 1963 y 2005 no se detectaron niveles de alerta de cianobacterias, y entre 2010 y 2020 se reportaron 200 casos. “Encontramos que se correlacionaron muy fuerte con el incremento del área agrícola y de las nuevas formas de producción. En particular, la superficie dedicada a la soja pasó del 0% al 40%, y así creció el uso de insumos que se usan para producirla”, resaltó Kruk.

Kruk afirmó que en la cuenca del río Uruguay, la llegada de la soja significó un cambio drástico en la superficie implantada con diversos cultivos y en la forma de producción
En este sentido, Carla explicó que cuando llueve, los agroquímicos —y puntualmente los fertilizantes fosforados— pasan del suelo al agua y las cianobacterias utilizan esos nutrientes y aumentan su biomasa exponencialmente. Gervasio añadió que en la actualidad hay un área inmensa de soja que se fertiliza al voleo con fósforo, o incluso se sobrefertiliza, y que los nutrientes también llegan al agua por la erosión del suelo. “Desde el lado agronómico, es una luz amarilla tirando a roja. Tenemos que cambiar las formas de producir”.

Amplificar alternativas
En este contexto, Piñeiro, investigador del CONICET en el Instituto IFEVA (UBA-CONICET), enumeró un gran abanico de buenos manejos agronómicos que se pueden implementar: “por ejemplo, mejorar las prácticas de fertilización, usar cultivos de servicio que protegen el suelo y evitan que se erosione, o utilizar cultivos trampa cerca de arroyos para capturar nutrientes y evitar que se vayan al agua”.

Asimismo, planteó rediseñar los paisajes para que tengan diversas funciones y beneficios. “No solo para producir soja o maíz, sino también para que provean agua limpia. Hay tecnologías y conocimientos, pero falta mucha concientización para que se usen de manera más generalizada. Es un problema muy complejo que requiere múltiples abordajes”.

Una visión de salud y ambiente que falta
Por su parte, Kruk advirtió que falta difusión sobre los riesgos a la salud que implica la exposición a las cianobacterias. “Existen casos de intoxicación por realizar deportes náuticos en aguas con floraciones de cianobacterias. Hace unos años, una niña de casi 2 años tuvo que recibir un trasplante de hígado luego de bañarse junto con su familia en aguas con cianotoxinas”.

Piñeiro contó que es muy complejo abordar los impactos de la fertilización del suelo a gran escala, en comparación con fuentes puntuales de nutrientes como los corrales de engorde
Por otro lado, las floraciones dificultan potabilizar el agua. La investigadora contó que hubo que cerrar cuatro plantas de potabilización que se encontraban sobre el río Uruguay, del lado uruguayo, y diversas ciudades costeras perdieron esa fuente de agua potable.

“Es uno de los grandes problemas del río Uruguay, pero también pasa en las lagunas argentinas, como lo demuestra un trabajo reciente publicado en la revista Ecología Austral. Hasta hace un tiempo, las floraciones que eran intermitentes, se daban principalmente en verano, pero comenzaron a ser permanentes en muchos cuerpos de agua”, remarcó Piñeiro. Para finalizar, Carla y Gervasio coincidieron en que es necesario que se tomen medidas en áreas como de las de salud, producción y la legislativa para tratar este problema recurrente.

EDICIÓN SOBRE LA TIERRA

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